Feria del Libro: entre la expectativa económica y el impacto cultural

La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires atraviesa su 47ª edición. No sólo es un evento en el que se mezclan escritores y políticos con más de un millón de lectores: la Feria del Libro de Buenos Aires representa una oportunidad comercial para el universo editorial.

Los actores del universo editorial iniciaron el año con dos situaciones que vienen arrastrando: la espiral inflacionaria y el encarecimiento de su principal materia prima por la concentración de la industria papelera. Sin embargo, la 47° Feria del Libro de Buenos Aires representa un momento especial que trasciende la dimensión de masividad y de movimiento comercial.

En ella confluyen editoriales, libreros, bibliotecarios y lectores, unidos por el objeto-libro y el hábito de la lectura que, desde el 27 de abril al 15 de mayo, son atravesados por las iniciativas privadas y las políticas públicas que aspiran a continuar impulsando la producción editorial.

“Nuestra feria logra posicionar al libro como protagonista de la vida cotidiana”, afirma Jorge Gutiérrez Brianza, director Comercial y de Operaciones de la Fundación del Libro. Allí radica su importancia más allá de los números de facturación: unas 500 editoriales del país preparan sus principales lanzamientos anuales para estas tres semanas. Clubes, organizaciones políticas, universidades, gobiernos provinciales y editoriales: caminar por los pasillos de la feria es, prácticamente, conocer las posibilidades de lectura de Argentina.

El evento más importante para la industria editorial argentina sufrió un cimbronazo reciente: luego de realizarse ininterrumpidamente desde 1975, atravesando incluso dictaduras militares, tuvo que pararse durante el 2020 y el 2021 por las medidas sanitarias que requerían la pandemia del coronavirus. Sin embargo, su regreso provocó una renovación en las expectativas: “El año pasado fue muy especial. Después de dos años sin feria, hubo una explosión de gente y de ventas. Este año viene bien, pero no tanto como en el 2022. Te diría que por ahora hay un 15% o 20% menos de ventas”, señala Constanza Brunet, directora de Marea Editorial, elegido como el mejor sello del año en 2010.

La editora subraya la incidencia de la situación inflacionaria nacional: “Los precios lamentablemente subieron mucho, aproximadamente un 35% desde que empezó el año, repartidos en dos aumentos. Tradujimos lo que fue el aumento del papel, de la imprenta y de todo el resto de los costos. Siempre vamos aumentando un poquito más retrasados que la inflación y que los costos para no perder mercado”.

El panorama que describe Brunet coincide con el análisis de Martín Gremmelspacher, director del sello Bonum y titular de la Cámara Argentina del Libro (CAL), quien hace hincapié en la problemática del papel: “Muchas editoriales tuvieron que replantear su programa de producción, a pesar del éxito de la feria, porque no se conseguía papel. Además, lo poco que se consigue está carísimo”. En ese sentido, remarca que “claramente se vio afectada la oferta de libros para esta feria, especialmente de los sellos pequeños y medianos, que van comprando el papel día a día”.

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