
Por María Elina Serrano
“He dicho a mi país todo mi pensamiento, mis convicciones y mis esperanzas. Quiera mi país escuchar la palabra y el consejo de su primer mandatario, quiera el pueblo votar”.
Esas fueron las palabras que el presidente argentino Roque Sáenz Peña dijo en 1912, en la presentación al Congreso de la Nación del proyecto de Ley del Sufragio universal. Dicha ley estableció el voto secreto y obligatorio, además de establecer el uso de padrones electorales.
Antes de la Ley Sáenz Peña, había que registrarse voluntariamente para votar y sufragaba un 20 % de los hombres, entre nativos y extranjeros.
En esas elecciones (1916) donde se consagró la fórmula Yrigoyen-Luna como presidente y vice, se votaron electores en 14 distritos: Buenos Aires, Capital Federal, Catamarca, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Salta, San Juan, San Luis, Santa Fe, Santiago del Estero y Tucumán.
Con cerca de 1.200.000 votantes inscriptos, se llegó a una participación del 63 % de los votantes, un índice similar al que manejaban: Holanda, Francia o Suecia.
Pero muchos argentinos no pudieron votar. El Nordeste y la Patagonia eran aún, territorios nacionales: gobernaciones centralizadas, dependientes del Poder Ejecutivo Nacional y sus habitantes no tenían derechos políticos.
Lo que no se nombra
Si únicamente votaba la Argentina central y tampoco votaban las mujeres, de universal no tenía nada. Lo que no se nombra no existe.
En ninguna parte de la Ley 8.871 decía que estaba prohibido el voto de las mujeres, pero ellas no podían votar por una razón muy sencilla: sólo estaban habilitados para hacerlo los ciudadanos que figuraban en el Padrón Electoral. Y los padrones se realizaron con los datos del Servicio Militar Obligatorio. Los hombres tenían la famosa Libreta de Enrolamiento, mientras que las mujeres eran sencillamente, indocumentadas. El único registro que tenían de su existencia, era la partida de nacimiento.
Varios años después, en intentos de implementar el voto femenino, se hablaba de lo “costoso que sería empadronar a todas las mujeres y lo difícil de enseñarles las responsabilidades del voto”.
Detrás de esta frase, se percibía el temor por la supuesta pérdida del control del voto, ya que la relación patrón – empleador era muy fuerte y comenzaba el poder de las asociaciones de trabajadores. Que la mujer decidiera por su cuenta, no le convenía a nadie.
Mujeres con derechos
A contramano de los tiempos, en San Juan se reformó la Constitución en 1927, reconociendo entre otros, los derechos políticos de las mujeres en las elecciones municipales y provinciales. Se aplicó a partir de 1928 y las mujeres no solo se empadronaron y votaron, sino que fueron candidatas.
Las primeras consagradas por el voto popular fueron Emilia Collado (intendenta de Calingasta), en 1928, y Emar Acosta (diputada provincial), en 1934.
A nivel nacional hubo que esperar veinte años más.
Recién en 1947, el 23 de septiembre, en medio de un gigantesco acto cívico en Plaza de Mayo, el presidente Juan Domingo Perón le entregó a Eva Duarte el decreto de promulgación de la ley 13.010, en un gesto simbólico que expresaba el reconocimiento del gobierno por su campaña a favor de los derechos políticos de la mujer.
A partir de este momento, las mujeres tuvieron los mismos derechos políticos y las mismas obligaciones que imponen las leyes a los hombres. Ambos sexos se rigen por la misma ley electoral, y el Estado brinda a las mujeres su Libreta Cívica, un documento de identidad indispensable para todos los actos civiles y electorales.
Votar en la pandemia
Durante 2020 y en las etapas mas complejas de la primera y segunda ola, se realizaron elecciones en distintos países del mundo, de distintos continentes.
Entre ellos, algunos tan diferentes como: Guinea, Corea del Sur, Serbia, Mongolia, Islandia, Polonia, Rusia, República Dominicana, Croacia, Singapur, Siria, Sri Lanka, Bielorrusia, Jamaica, Egipto, Nueva Zelanda, Bolivia, Chile, Italia, Tanzania, Estados Unidos, Jordania, Belice, Rumania, Portugal, Ecuador.
Vale la pena leer la publicación del CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) una guía sobre cómo realizar comicios en las actuales circunstancias sanitarias, que valora las elecciones como acto central de la democracia y establece recomendaciones ante los desafíos que presentan los escenarios de pandemia y pospandemia.
https://www.cippec.org/wp-content/uploads/2020/10/INF-IP-Elecciones-y-recomendaciones-2021-septiembre-2020-2.pdf
Hasta hace pocos días, Argentina estaba en la lista de países “en duda” sobre su cronograma electoral. Con la aprobación del calendario, se ha puesto en marcha un detallado calendario de fechas y actividades.
A pesar de lo que se percibe sobre el desinterés de la población en la política, las personas manifiestan en las encuestas que quieren votar. Quieren o mejor dicho necesitan ser escuchados, dar su opinión de alguna manera después de este tiempo tan complejo y desafiante.
Los líderes políticos tendrán tareas muy difíciles: desarrollar una campaña política corta y efectiva, encontrar los hombres y mujeres atractivos para las listas y definir los mensajes que reflejen el sentir de la comunidad y se identifiquen con ellos. Los ciudadanos concurrirán a las urnas con indiferencia, si la oferta electoral no es la adecuada.
Ese domingo expresarán su apoyo, sus expectativas, sus frustraciones o su descontento. Conseguir el voto a favor de una idea o candidato, será esta vez un desafío mayúsculo. Muy distinto al de 1912.
Quiera el pueblo, votar.