
Desde Venezuela por Néstor Piccone (*)
Cerco, bloqueo y COVID
El neoliberalismo que dio origen a distintos movimientos de resistencia popular en todo el mundo no guarda por estos días la misma potencia con la que se impuso a fines del siglo pasado, pero ejercita su poder con varios y peligrosos mecanismos.
En el terreno jurídico-comunicacional sobresale el lawfare, una herramienta antijurídica sostenida por un modelo de justicia que se respalda enlas grandes plataformas mediáticas dispuestas a sacrificar la verdad a través de la difusión de hechos inexistentes o construcciones ficticias. Venezuela es un campo de experimentación constante de esta actividad deslegitimadora.
A pesar de esta creación ficcional, la República Bolivariana va a elecciones. Pero el lawfare internacional no es el único padecer.
Un cerco tecnológico le impide la producción de los derivados del petróleo. El bloqueo marítimo clausura la libre circulación de sus barcos para la exportación y a eso se le suma la confiscación pirata de sus reservas de oro por parte de EE. UU. y la Gran Bretaña.
En este 2020 el COVID 19agrega un nuevo condicionante al proceso electoral. Hoy se puede observar un importante dispositivo de bioseguridad en todo el país que ha demostrado una gran efectividad a partir del servicio sanitario público basado en la metodología integral comunitaria de la medicina cubana. Venezuela viene sorteando las muertes producidas por el virus con una estadística que no llega a las mil personas.
La fragmentación opositora
Desde 1998, la oposición pocas veces ha logrado unificar personería.
Sostenidos y financiados por EE. UU., la Unión Europea y el esperpento Grupo de Lima, los opositores venezolanos, exhiben impúdicamente su dependencia de los intereses geopolíticos extramuros.
La elección de la Asamblea Nacional – cuyo mandato cesa con esta convocatoria – está integrada mayoritariamente por los opositores que se impusieron en 2015.
Confrontados entre sí no lograron sostener esa posición y hoy asisten a las elecciones con diferentes propuestas.
Leopoldo López, fugado a España, llama a la abstención, aunque confiesa que en el futuro aceptaría disputar la presidencia con Nicolás Maduro. Con lo cual acepta el triunfo de quien sataniza como dictador.
Henrique Capriles opta por una disimulada integración de sus dirigentes a las listas.
Juan Guaidó, llama a una consulta popular con fecha posterior, mientras que el ascendente evangelista Javier Bertucci participa de esta elección junto a unos cincuenta partidos políticos más.
El único objetivo común de estos sectores es lograr que la participación ciudadana sea inferior al 40 por ciento.
In absentia la oposición mejora el sistema electoral
Aunque las negociaciones de la oposición y el gobierno de Maduro, supervisadas y dirigidas por la Unión Europea no llegaron a buen puerto, muchas de las exigencias planteadas fueron aceptadas por el Poder Electoral. Vale aclarar que en Venezuela existen cinco poderes: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Popular y Electoral.
Las auditorías: antes, durante y después del momento de votación la Comisión Nacional Electoral (CNE) comparte el control del sistema automatizado con todos los sectores de oposición que participan de la elección e inclusive con las veedurías técnicas extranjeras.
El sistema electrónico,con la incorporación de nuevas tecnologías informáticas, sumado a las auditorías pone a Venezuela entre los regímenes electorales más confiables del mundo.
Otra idea surgida de la oposición e incorporada al sistema electoral es el voto personalizado. Contrapuesto al voto sábana, los venezolanos tienen la posibilidad de elegir a candidatos que compiten individualmente por su nombre y apellido sin estar integrados a una nómina partidaria. En esta elección, un 48% los cargos se presentarán de manera personalizada, son 133 legisladores; mientras que un 52% seguirán electos por boleta completa. El total de los integrantes de la Asamblea Nacional aumentó de 167 a 277.
Otra innovación es la elección de representantes de los pueblos originarios, a quienes se les consideran las costumbres y particularidades que estas etnias mantienen a la hora de emitir el voto.
El gobierno argentino no designó embajador en Venezuela. La representación sigue en manos de Eduardo Porreti, encargado de negocios heredado del macrismo, lo que resulta un dato negativo para el reconocimiento final de las elecciones.
Como veedor argentino, invitado por la Internacional Progresista, exintegrante de la conducción de TeleSur en Caracas y militante del Colectivo por el Derecho Humano a la Comunicación no puedo menos que lamentar esta decisión de la Cancillería argentina.
De todos modos, como muchas veces sucede, la diplomacia de los pueblos supera las distancias que promueven los gobiernos.
(*) Presidente de Codehcom. Periodista y psicólogo.