
La iniciativa parlamentaria fue presentada el martes y lleva el número 2426. El artículo primero aclara que se entiende como “Escuela Saludable” aquel establecimiento educativo “que realiza acciones sostenidas en el tiempo, destinadas a promover y facilitar un estilo de vida saludable en la comunidad educativa”.
“Estas acciones son principalmente intervenciones en el entorno específicas para los principales factores de riesgo de enfermedades no transmisibles: consumo de tabaco, alimentación inadecuada, y escasa actividad física”, explica.
El proyecto indica además que se deberá priorizar el consumo y la elaboración de las comidas con productos naturales o mínimamente procesados, prefiriendo la adquisición de producción local de pequeños productores, agricultores familiares o ambos, en al menos el 30%, cuando sea posible.
Además, expone que los alimentos o bebidas ofrecidos a los alumnos para ser consumidos en eventos especiales, deberán respetar los lineamientos de una alimentación saludable y no podrán ser aquellos considerados de consumo opcional por las Guías Alimentarias para la Población Argentina.
También propone difundir, mediante cartelería en diferentes espacios del establecimiento escolar, solo mensajes que promuevan el consumo de alimentos saludables. “Eliminar toda forma de publicidad, promoción y patrocinio de productos, marcas o empresas de alimentos, bebidas, y productos y sub-productos elaborados con tabaco en el interior de la escuela, como ser: publicidad en afiches, carteles y letreros, en revistas de la escuela, auspicios de materiales escolares y equipamiento, entrega gratuita de muestras de productos alimentarios y bebidas, patrocinio de eventos y torneos deportivos, propuestas enmarcadas en campañas de ‘responsabilidad social empresaria’ con presencia de nombres o logos de productos y empresas”.
Asimismo se pide limitar el comercio ambulante de alimentos en las puertas de los establecimientos escolares.
Por otra parte, en lo relativo a la actividad física en el ámbito escolar, el proyecto sostiene que se deberá garantizar el dictado efectivo de la materia educación física, organizando los horarios de clases de tal modo que no se vea interrumpido por otras actividades curriculares. “Como mínimo se espera que la escuela ofrezca dos estímulos de 60 minutos semanales”, indica el proyecto.
“En líneas generales, el presente proyecto, persigue implementar estrategias de entornos escolares saludables, mediante acciones que implican intervenciones en el entorno específicas para atacar los principales factores de riesgo de enfermedades no transmisibles como es el consumo de tabaco, alimentación inadecuada, y escasa actividad física”, explicó Sager en sus fundamentos.
“No somos ajenos a la realidad socioeconómico actual que viven nuestras niñas, niños y adolescentes, la cruda situación económica de sus familias pero tampoco podemos ser ajenos a la otra cara de la realidad, la de muchos N,N y A que son presos de prácticas de consumo y hábitos, que propician un entorno obesogénico, afectando de tal modo su calidad de vida, su derechos a la salud física y mental, entre otros, con graves repercusiones en sus vidas futuras”, añadió.
“Existen pruebas convincentes de que la publicidad y la comercialización de alimentos y bebidas con alto contenido de sodio, grasas, azúcares y kilocalorías pero deficientes en micronutrientes, repercuten en las preferencias alimentarias, el comportamiento de compra y consumo de N.N.y A, que puede ser prevenido desde una intervención activa de la escuela”, sostuvo.