
Coordinada por Teresita Valdettaro, la mesa sobre las “Resistencia literarias” estuvo compuesta por la escritora chilena Carola Martínez Arroyo; el escritor chaqueño, Juan Chico; la escritora argentina, Elsa Osorio; el dramaturgo platense, Daniel Dalmaroni y la poetisa cordobesa, Susana Cabuchi.
Martinez Arroyo es autora de la novela “Matilde”, que cuenta la vida de una niña que se cría en medio de la dictadura chilena. “La política se traspasa al arte”, consideró la escritora.
La autora sostuvo además que los escritores “tenemos la tremenda responsabilidad de llenar las cabezas de ideas y personajes”. “Como docentes también tenemos esas miles de cabezas en nuestras manos para llenarlas de poesía, belleza y arte. Espero que cada uno de nosotros esté a la altura”, afirmó.
Elsa Osorio habló sobre “escribir, cambiar, actuar, sentir, provocar, creer, crear, emocionar, escribir, resistir”. Para Osorio, “el problema no es lo que nos pasó o lo que nos pasa sino ver qué hacemos sobre eso”.
“Lleva mucho tiempo para escribir sobre situaciones traumáticas. Hace años comencé a escribir una novela sobre el robo de niños durante la dictadura. Puedo evocar perfectamente aquella noche de 1996 cuando empecé a tomar notas y ya no pude dejar de escribir la historia de la chica nacida en cautiverio”, contó.
Osorio remarcó además que el olvido del pasado “es el olvido de uno mismo”. “Nos dicen que hagamos literatura y no política. Lo escuchamos mucho con otros autores. Es un disparate y una falta de libertad. Predicar el olvido desde una supuesta literatura pura es falso. Prescindir de la historia es como prescindir del sol”, aseveró.
“Escribir para recuperar la memoria, para construir futuro y para no quedarnos ahí. Escribir para cuidar el espíritu rebelde. Las piernas para la marcha y la literatura contra el olvido. Amar. Escribir. Resistir”, sostuvo.
El chaqueño, Juan Chico, habló de la memoria del pueblo indígena del Chaco y sobre todo de hechos trágicos como la Masacre de Napalpí (de donde es oriundo). “Desde Napalpí decimos que somos memoria y presente, somos pasado pero también somos esperanza. Somos las voces que muchas veces nos callaron”, dijo.
“Hay tantas cosas para hablar de Napalpí y nuestros pueblos indígenas, pero yo quiero proponer algo: empezar a conocernos”, pidió. “Gran parte de nuestras derrotas tiene que ver con no conocer al otro. Muchas de nuestras miserias pasan por eso. Y por eso muchas veces sufrimos. Como con Napalpí, con Margarita Belén, esa herida abierta, como Julio López y Santiago Maldonado”, sostuvo.
Infancias
Luego le tocó el turno a la mesa dedicada a los “Libros y literatura para la resistencia de las infancias latinoamericanas”. Coordinada por Natalia Porta López, participaron Eduardo Langagne (México), Mario Méndez, Toño Malpica (México), Estela Smania y María Osorio (Colombia).
“En México se vive con miedo. Es un sentimiento tan arraizado cotidiano que no nos damos cuenta. Hace apenas un mes pude llevar a mi familia a España y en cierto momento me sentí raro. Y fue la semana en que no estaba mirando todo el tiempo por encima de mi hombro”, recordó Toño Malpica. Y luego contó una historia de un niño mexicano “que pierde el miedo” a través de la lectura.
“Se cae en la lectura como se cae en el amor: sin explicación, no hay nada científico. Te ocurre y ya”, dijo. Además recordó los tiempos en los que en la escuela secundaria “me refugiaba varias veces en la biblioteca escapando de los que me molestaban. Eso me salvó la vida. En el más puro sentido de la acepción. Me la regaló para siempre”, dijo y agradeció a los docentes y bibliotecarios que lo acercaron a la lectura.
A su turno, la editora colombiana María Osorio contó la experiencia de su editorial Babel Libros, fundado en abril de 2001, primero como distribuidora, luego como librería y finalmente como editora de libros infantiles. “Necesitamos participar en el mercado, con otra forma de ver el mundo”, consideró.
Estela Smania consideró por su parte que la “literatura para los más chicos es una herramienta de resistencia”. “Cuando se escribe se opta. Se eligen situaciones. Hay valores que se privilegian y otros que se rechazan. Escribir y leer son actos que excluyen la inocencia”, señaló.
Finalmente, consideró que “la belleza del lenguaje es uno de los valores”. “Los otros son el punto de vista, la estructura, la forma de presentar la realidad. Cuando se consiguen esos postulados la literatura produce el placer de una contemplación desinteresada”, afirmó.