
Por Alfredo Zaiat
El viernes, cuando la mayoría de las encuestas que se publicaban
en diarios y en redes sociales indicaban que CFK ganaba por
varios puntos, la Bolsa anotó una fuerte suba. Fue sorpresivo ese
cambio de tendencia porque el miércoles los activos bursátiles
habían marcado una intensa caída, en línea con el clima pesimista
que arrastraba el mercado en las últimas semanas.
Ahora, con los resultados de las PASO, es evidente que ya había
información privilegiada de un desenlace diferente al que se
preveía en jornadas anteriores. Los agentes bursátiles podrán
volver a sacar pecho y decir que su mercado es un muy buen
termómetro político y económico.
La previsible euforia del mundo de las finanzas será la reacción a
factores coyunturales ligados al resultado electoral de anoche,
pero que lleva implícita la exigencia al oficialismo de emprender
decididamente una política de ajuste fiscal que garantice el repago
de los intereses de la deuda.
Esta demanda será presentada como la necesaria búsqueda de
reducir el gasto público para impulsar el crecimiento económico.
Si el Gobierno no avanza en ese sentido, y no hay motivo para
pensar que no lo hará en base a lo que han declarado los
funcionarios de Cambiemos, el denominado mercado se lo hará
saber con el recorrido de las cotizaciones.
Como suben cuando festejan el triunfo del oficialismo, pueden
bajar si no avanzan en reformas estructurales conservadoras y
regresivas, como la laboral y previsional. Eso es lo que piensen y
actúan en consecuencia financistas, grandes inversores y
agentes bursátiles.
A diferencia de la mayoría de la población que vota cada dos
años, el negocio financiero lo hace todos los días. Y mañana será
un día clave en esa elección. Mañana vencen poco más de
530.000 millones de pesos de Lebac, los títulos de deuda de
cortísimo plazo emitidos por el Banco Central, equivalente al 57
por ciento del stock de ese pasivo y el 64 por ciento de las
reservas internacionales.
El resultado de las PASO es un alivio para la conducción de la
autoridad monetaria. Descomprime un frente complicado que
podía presionar sobre la cotización del dólar. Si se repitiese el
comportamiento de los inversores de las últimas dos
convocatorias, la paridad cambiaria se movería al alza, pero
ahora el escenario político es otro.
De todos modos, más allá del resultado de las urnas, la bola de
nieve de las Lebac sigue siendo un factor perturbador de la
estabilidad cambiaria y financiera.
Es un costo enorme las Lebac en el balance del Banco Central.
Entre el 15 de diciembre de 2015 y el 30 de junio de 2017
devengaron 251 mil millones de pesos de intereses. Esto implica
un pago de 460 millones de pesos en promedio por día. Y la
cuenta se sigue acumulando: si se mantiene la actual tasa de
interés, o sea que no se ajusta al alza por la última corrida
cambiaria, y no se incrementa el stock de Lebac, el Central habrá
desembolsos 83 mil millones de pesos adicionales hasta fin de
año.
La entidad monetaria habrá entregado 334 mil millones de pesos
en intereses en total a los inversores de Lebac en dos años,
equivalente a unos 20 mil millones de dólares.
La bicicleta de las Lebac fue alimentada por el titular del BC,
Federico Sturzenegger, con el doble propósito de desalentar la
compra de dólares al tiempo de retirar pesos del mercado con el
esquivo objetivo de bajar la inflación. Para ello ha estado
seduciendo a los inversores con tasas de interés elevadas, que
tuvieron su pico del 38 por ciento en marzo de 2016 y hoy se
ubican en el 26 por ciento anual.
Esas tasas han invitado a inversores extranjeros para participar
del negocio que se denomina currency carry trade sobre el peso
argentino: ingresar dólares a la plaza local, luego venderlos y con
los pesos obtenidos comprar Lebac, para que en un plazo
determinado recomprar más dólares con el capital e intereses de
esa inversión en pesos.
El otro factor inquietante independiente de las PASO y de las
elecciones de octubre próximo es la acumulación de
desequilibrios en el sector externo, hoy maquillados por un
endeudamiento desaforado.
El déficit de la cuenta corriente del balance de pagos, el giro
ordinario y habitual de dólares, se proyecta en 17.000 millones de
dólares para este año, similar al de 2016, equivalente al 3,0 por
ciento del PIB. Además el desbalance fiscal primario, el giro
ordinario y habitual de pesos del sector público, se proyecta en
550.000 millones de pesos, mayor que el del 2016 y cercano al
5,0 por ciento del PIB.
El mapa político estará teñido de amarrillo pero existen esas
importantes debilidades en la caja de dólares del sector externo y
en la caja de pesos del sector público. Esos déficits son cubiertos
por un fuerte ingreso de dólares de origen financiero, no
comerciales por el saldo negativo entre exportaciones e
importaciones.
La Cuenta Capital y Financiera del BCRA contabiliza un ingreso
de 39.406 millones dólares en 2016 y 17.696 millones en los
primeros cinco meses de este año. Más de un 80 por ciento de
esos fondos corresponde a operaciones de deuda y movimiento
de capitales de corto plazo y menos de un 20 por ciento a
inversión directa y de portafolio.
En un año y medio ingresaron a la economía local 57.000 millones
de dólares y no hubo un repunte firme de la actividad. Un saldo
impactante que, por el resultado de las PASO, parece que ha
servido para legitimar una alianza política conservadora con
políticas regresivas en términos sociolaborales, pero que
definieron un escenario económico que estará dominado por la
lógica del ajuste en los próximos años.