“El recrudecimiento de la violencia hacia la mujeres también se da por la inacción judicial”

Así lo aseguran las abogadas que forman parte del equipo interdisciplinario del Centro de Asistencia a Víctimas de Violencias que funciona en López y Planes 147 de Resistencia. Según anunció la ministra de Salud, Mariel Crespo, esa dependencia será trasladada para instalar allí un centro para la atención de adicciones.

Abogadas del CAVV

El Centro de Asistencia a Víctimas de Violencias (CAVV) es un espacio interministerial que cuenta con un equipo interdisciplinario de profesionales, única instancia que asiste y acompaña a las víctimas antes, durante y después de la denuncia o situación de emergencia. A este lugar llegan -en su mayoría- mujeres derivadas por distintos organismos estatales como las líneas 137, 102, Comisarías o Fiscalías. Aquí se encuentran con psicólogas, psiquiatras, trabajadoras sociales, abogadas y operadores que las guían y contienen en un proceso que, desde el Estado, busca contener la demanda a esta problemática.

Victoria Almirón (MP Nº4563) y Verónica Cañete (MP Nº3507) son las abogadas encargadas de asesorar mensualmente a más de 200 víctimas. En su mayoría, las mujeres vienen con medidas legales de prohibición de acercamiento y denuncia previa, otras vienen por sugerencia de otras mujeres. En ambos casos se acompaña durante todo el proceso en los fueros de Familia, Civil o Penal.

“Las problemáticas más comunes son de violencia familiar, generalmente son mujeres que se encuentran confundidas porque se ha generado una trama donde el victimario aparece como el que puede todo y va a tener todas las herramientas a su disposición. Nosotras trabajamos para informarle las medidas legales que tienen a su alcance: el derecho de pedir régimen de alimentos, medidas de prohibición de acercamiento hacia ellas o hacia los niños”, explica Victoria Almirón.

La profesional señala que en los casos donde hay niños, siempre es más complejo porque suelen ser víctimas invisibilizadas: “hay una postura muy marcada desde las instituciones de que el niño sí o sí tiene que vincularse con el agresor porque es su padre. Y aunque ese niño no tenga signos físicos, ha sido una víctima indirecta: ha visto la agresión a la madre, ha sido objeto de manipulación y muchas veces el agresor mantiene este vínculo como una manera de seguir ejerciendo violencia contra su pareja”, asegura.

El trabajo más importante de las letradas tiene tres puntos fundamentales, detalla Verónica Cañete: “En primer lugar, hay que contenerla emocionalmente y explicarle las medidas que puede tomar para evaluar los riesgos reales de ella y de su grupo familiar. Una vez realizado este paso, es necesario pensar en la cuestión del régimen de alimentos y la tenencia, porque si la violencia no puede ejercerse hacia ellas, se traslada a los hijos o se transforma en violencia económica. Por eso es primordial que los jueces no dejen librado a la interpretación de la ley el régimen de alimentos y garantizar esta medida en el mismo momento de la prohibición de acercamiento”.

Respecto a los principales impedimentos que encuentran dentro del sistema judicial, ambas señalan el hecho de que “dentro del fuero Penal, no logramos que se establezcan medidas sin la necesidad de que la víctima tenga signos físicos en el cuerpo. Falta perspectiva de género en el sentido de entender la violencia en todas sus formas, una visión integral. Eso salvaría vidas de mujeres y vidas de niños. El recrudecimiento de la violencia hacia la mujeres también se da por la inacción judicial y la impunidad”.

Si bien en el fuero Penal, donde llegan casos graves, se encuentran con una perspectiva aún muy patriarcal, destacan que “últimamente se logró que el área Civil reconozca las situaciones de violencia psicológica”.

El estereotipo de la víctima y el victimario

“Hay una idea estereotipada de que la víctima tiene que ser pobre, totalmente desvalida, abatida. En cambio la mujer que se presenta muy eufórica o de otra manera que rompe el estereotipo por su forma de vestir, de ser, que no es sumisa o que -a pesar de la situación- mantuvo ciertas particularidades se encuentra con que la mirada institucional de la justicia es bastante prejuiciosa y cuestionadora. Mientras que, al hombre se lo presenta como el trabajador, el proveedor, el que supo cumplir con los deberes, el que ayudaba en la casa, el que les dio la casa, les pagó las vacaciones. Minimizando la situación de violencia y la necesidad de la denuncia, incluso justificando que tiene permitido el enojo porque ‘está cansado, viene de trabajar mucho’. Este perfil de victimario puede llegar a llorar frente a los funcionarios y decir que no entienden cómo su mujer lo denuncia. Entonces ahí se atan cabos y la conclusión es que la mujer es una loca o una exagerada”, sostiene la abogada Almirón.

Se presenta un gran problema cuando no se puede separar a la víctima del estereotipo de mujer que tiene que ser madre, sufrida, entregada por la familia que llega a un momento extremo y ahí recién reacciona. Y aunque la víctima responda a este perfil, igualmente es desplazada porque no sabe cómo funciona el sistema y van dilatando las medidas, la come la burocracia. “En cambio la que golpea la mesa y gestiona rápido es porque grita… y es una loca”, agregó..

Por su parte, Verónica Cañete pone el acento en que “para la justicia, con la denuncia y la medida de exclusión termina la crisis. Sin embargo, para la víctima allí empiezan otros tipos de violencia. Se tienen muchas precauciones para accionar contra la figura masculina mientras que a la mujer se le piden muchas explicaciones, más aún si los victimarios son miembros de las fuerzas de seguridad y son situaciones donde la fuerza tiene que intervenir”.

Cómo y dónde denunciar

Ambas especialistas remarcan que el Protocolo de Actuación Policial ante Situaciones de Violencia contra las Mujeres (implementado en 2010) establece que la única vía es la denuncia. Se pueden hacer en las Fiscalías, las Unidades Descentralizadas de Atención a la Víctima y al Ciudadano (UDAVC), las comisarías, los juzgados de Familia y de Paz o en la línea 137. “Recomendamos a las víctimas que se acerquen a buscar asesoramiento porque en las denuncias no siempre quedan plasmadas todas las situaciones de violencia que han vivido. Llegan con sentimiento de culpa y les preguntan ‘vos que hiciste’, ‘por qué no denunciaste antes’ o ‘por qué no te fuiste antes’ y probablemente esa mujer no registre que nadie sabía de esta situación porque estaba encerrada, o también por reserva cuesta mucho exponer las situaciones de violencia sexual, por ejemplo. Una vez hecha la denuncia deben informarle cómo sigue el trámite en el circuito judicial, a dónde se eleva. Si hay lesiones también deben pedir examen ante un médico legista y solicitar un Defensor Oficial”, informó..

Para mayor información, el CAVV funciona en López y Planes 147 (Resistencia) de lunes a viernes de 7 a 18 hs. Los teléfonos son 0362-4452585 (fijo) 3624747247 (celular). También vía mail a asisvictimas@gmail.com.

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