El caso de Camila Pelozo parece inverosímil pero es una muestra de la falta de compromiso de la justicia provincial en la erradicación y prevención de la violencia de género. En diciembre de 2015, su expareja y padre de su hijo la atacó y casi la mata. Le rompió la nariz, varios dientes y tuvieron que hacerle 27 puntos en la cara. Luego de un juicio abreviado, él está libre y a ella le recomiendan que no salga sola de su casa o que recurra a la ayuda divina.
“Vivo con miedo para salir de mi casa y desde el 2012 la justicia me dice ‘no salgas sola’, ‘salí con alguien’. Este hombre me dejó con 27 puntos en la cara, tres en la cabeza, me rompió la nariz y me hicieron conductos en varios dientes”, sostuvo Camila, en declaraciones a radio Libertad.
La mujer reveló, además, que su agresor “estuvo dos días preso y pagó 2.900 pesos de fianza”. Esa decisión judicial se produjo en el marco de un juicio abreviado. Pero no todo quedó ahí. Según reveló, “de la Cámara del Crimen me llamaron y me dijeron que me vaya a la Iglesia a orar para que él se vaya lejos”.
“Me dijeron que él sabe que no se tiene que acercar a mí, pero me advirtieron que igual nos íbamos a cruzar en la calle”, relató.
Camila asegura que el daño que hizo este hombre es tal que su hijo “va a la escuela y todavía dibuja a su mamá tirada en el piso con sangre en la cabeza o con la cicatriz en la cara”. Por otro lado, relativizó la ayuda del “botón antipánico” que le entregó la Justicia. Y confesó que, tal es su grado de angustia, decidió escribir una carta despedida para el hijo, por si el violento vuelve.
