Sandra Russo: “Milagro sigue presa porque hay medios que encubren canallescamente la situación”

La periodista y escritora analizó los fines que se esconden detrás de la detención ilegal de Milagro Sala y la aniquilación de la Tupac Amarú como organización social, cuya historia documentó en un libro editado ya hace siete años y que este año se publicará en Italia. Destacó la trascendencia global que tiene el tema y también las movilizaciones en reclamo contra la violencia de género cristalizas en el colectivo Ni Una Menos.

Milagro Sala

Russo estuvo este fin de semana en el Chaco donde dictó un curso sobre Comunicación con Perspectiva de Género organizado por la Subsecretaría de Participación Comunitaria y Género del Ministerio de Seguridad de la Provincia.

P- ¿Mantenés contacto con Milagro Sala, sabés cómo está en este momento?

R- La fui a ver el mes pasado. Estuve con ella porque, además de haber estado pendiente desde enero de 2016 cuando fue detenida, ya llevo dadas decenas de charlas en todo el país sobre qué es la Tupac Amaru y quién es Milagro Sala, y tenía que escribir un capítulo para la edición italiana de mi libro. Porque Milagro es una figura internacionalmente conocida. Fuera de la Argentina todo el mundo sabe que hay detenidos políticos, que hay censura, que hay listas negras, que hay una caracterización de la Argentina que, en este país, por el cerco mediático, pareciera que no existe. El otro día veía una foto de una librería de Londres donde aparece el mural de Milagro con la leyenda ‘Liberen a Milagro, presa política en Argentina’. Yo marché en el Ni una Menos romano con una pancarta con la cara de Milagro y las feministas romanas nos dejaron pasar a una primera línea para que esa foto saliera en todos los medios europeos que fotografiaran esa marcha.

Están la ONU, la OEA, Amnistía Internacional, Human Rights Watch, las organizaciones de derechos humanos más conocidas del mundo han tomado posición por el tema Milagro. Y Milagro sigue presa porque acá hay medios de comunicación que encubren canallescamente lo que es la situación no solo de Milagro sino de una organización que ha sido destrozada. Estuve en el barrio Alto Comedero el mes pasado y el dolor de haberlo visto en su apogeo y de ver la destrucción, se han robado las bombas de agua, han roto todos los vidrios, han cerrado todas las fábricas. La destrucción no le sirve a nadie, porque a ese parque acuático podrían estar disfrutándolo los niños del barrio, los de la Tupac y los que no lo son, sin embargo hay una elección por la destrucción, se está eligiendo la destrucción.

P- ¿Cuál es el fin en esa destrucción?

R- Tan luego ellos, hablando de mafias. En realidad en esa concepción ideológica que es la que nos está gobernando, si hay algo que ellos necesitan, primero son pobres, para tener un ejército de desocupados y efectivamente efectuar una flexibilización laboral como la que quieren hacer después de octubre. Para eso necesitan un ejército de desocupados y gente que trabaje por un peso con cuarenta y que tenga miedo de pedir aumento y necesitan destruir las organizaciones sociales y sindicales.

La Tupac Amaru era una organización social, como tantas otras, de gente que nunca había llegado al trabajo formal y que encontraron en el cooperativismo una manera de organizarse, de tener su casa, sus fábricas, sus hijos vacunados, de tener salud, de tener educación, eso es lo que este régimen rechaza porque necesita sojuzgar y necesita explotar.

P- Qué las organizaciones no puedan tomar en sus manos lo que el Estado no les está garantizando…

R- Sabiendo que el Estado jamás les va a dar nada. Cuando empiezan con el argumento del Estado paralelo, es como la Teoría de los Dos Demonios. Ahí no había ningún Estado paralelo, había una organización que se ocupaba de lo que el Estado no se había ocupado estructuralmente nunca.

Porque no eran pobres devenidos de la crisis de los noventa. Los miembros originarios de la Tupac, que no empezó con el kirchnernismo sino diez años antes, en el 91, esos sectores eran los que ancestralmente no accedían nunca a un trabajo en blanco. Entonces decidieron tomar su destino en sus manos y organizarse, y hubo un liderazgo, que fue el de Milagro, que a lo mejor no era la más linda, la más educada, la más bonita, la que pedía permiso, que además creo que pidiendo permiso no se consigue, y lograron a su manera una vida digna a este sistema global. Porque tampoco es un tema argentino.

Por algo, tanto Ni una Menos como las resistencias a estos sistemas de gobierno, como dice el Papa ‘a la fetichización del dinero’, el tema financiero por sobre el tema social. Lo conocemos mucho al neoliberalismo en la Argentina, lo hemos padecido mucho. Solamente han logrado volver a esto, después de demonizar mucho, con todos los medios de comunicación a su servicio, las alternativas a esto. Y ya sabemos que esto no es lo único que puede pasar, pueden pasar muchas otras cosas, muchas otras maneras de vivir pero sistemáticamente son demonizadas y también quienes siempre hemos alzado la voz contra eso estamos en este momento sin ningún tipo de posibilidad de trabajo.

P- A casi tres años de su inicio ¿qué balance hacés del Ni una Menos y qué consecuencias percibís?

R- Ya vamos como por el tercer año, ya hubo dos marchas multitudinarias en dos años consecutivos. En la segunda, que fue en abril, tuve la oportunidad de participar en la marcha romana de Ni una Menos. Hay mucha conciencia, por lo menos ahí en Roma, de que se estaba llevando adelante una marcha transversal de mujeres por los derechos elementales: a la vida, a la propia autonomía, a la propia decisión y que tenía que ver con una iniciativa nacida en Buenos Aires. Fue una iniciativa que llegó en un momento justo, con una receptividad global, y creo que nos tenemos que acostumbrar a esto, a que hay muchas cosas que creemos que son locales, y son regionales o globales.

La agresión a las mujeres no solo que han continuado, las agresiones y los femicidios han aumentado. Creo que hay una correspondencia, una toma de conciencia general, un empoderamiento, cada vez más mujeres que se animan a cosas aparentemente muy simples, como decidir terminar un vínculo. Y, precisamente, este sistema patriarcal y opresivo hace que muchos varones no puedan soportar que sea la mujer la que le ponga fin a un vínculo. Hay un alto porcentaje de los femicidios que se producen después que las mujeres deciden una ruptura sentimental.

P- ¿Te parece que hay una reacción acorde a la contundencia del reclamo por parte de las autoridades?

R- Cuando hablamos de autoridades, en este caso al primer poder del Estado al que hay que mirar es al poder judicial. Efectivamente, no tenemos un poder judicial que esté capacitado y la prueba más fehaciente, la más brutal, fue el primer juicio por la desaparición de Marita Verón. En aquel caso, en Tucumán, como la Corte Suprema no solo revictimizó a las víctimas de trata sino que no les dio crédito a sus palabras y liberó a los inculpados. Después tuvo que hacerse un nuevo juicio, pero fue un caso flagrante.

Se ve todos los días, agentes policiales que no toman denuncias, o funcionarios del poder judicial, hombres y mujeres, que no están empapados de la problemática: no saben qué hacer con las mujeres una vez que se producen las denuncias. Hay un esfuerzo muy grande por parte de los movimientos de mujeres de que las mujeres que padecen violencia de género se animen a hacer la denuncia. Pero para eso el Estado debe tener también la responsabilidad de tener un terreno preparado para dar los siguientes pasos a las denuncias. Muchas veces esas denuncias no son tomadas, porque hasta que la mujer no logra mostrar las pruebas fehacientes, que son las costillas rotas, la cara rota, hasta que no aparece la sangre, parece que la violencia simbólica, las amenazas, o los golpes que no dejan marca, no existen, y la palabra de una mujer no es suficientemente contundente como para ser tomada en forma preventiva, que es lo que debe suceder. A la violencia de género hay que tomarla necesariamente con una modalidad preventiva, porque lo que estamos queriendo es que no se llegue a la instancia final donde no hay más nada que hacer.

P- ¿Qué responsabilidad le cabe a los medios y a los comunicadores?

R- La semana pasada estaba viendo C5N y apareció Claudio Rígoli hablando de los padrones por género masculino y femenino, y él dice ‘me han comentado que está mal hablar de género sino que hay que hablar de sexo’. Y había dos mujeres en la pantalla, una especialista en redes y la co conductora, que le dijeron ‘ah, mirá, todos los días se aprende algo nuevo’. Yo no podía creer lo que estaba escuchando. Porque pasar de hablar de sexo a hablar de género fue una lucha enorme, larguísima, con una historia detrás de cada una de esas palabras. El sexo es lo que nos viene dado por la biología, para hablar de género hay que haber pegado el salto de entender que lo que nosotros llamamos hombres o mujeres, o femenino y masculino, son en realidad construcciones históricas, sociales. Que no hay nada en nuestra biología que nos indique, más allá de la genitalidad o de la composición física de los respectivos cuerpos, todos los atributos que se derivan de la constitución biológica nuestra son construcciones históricas. No tenemos que olvidarnos nunca que hay por lo menos tres mil años de civilización y las mujeres tenemos derechos políticos desde hace menos de cien.

P- ¿Y te parece que eso tiene que ver con la falta de formación o con la resistencia para adaptarse?

R- Creo que es absoluta falta de formación, en este momento tiene acceso a micrófonos mucha gente que no está capacitada para estar frente a un micrófono y estamos hablando de este tipo de responsabilidades serias. No hay muchas facultades de comunicación, nada que tenga que ver con esta temática, nada que sea profundo en el sentido de poder comprender. Es un poco complejo en el sentido de que no son solamente ideas. Nos comunicamos a través del lenguaje común que hablamos, pero es un problema de todos los lenguajes el hecho de que el patriarcado esté incrustado en cada una de las lenguas que conocemos. El patriarcado tiene miles de años de sedimentación en el lenguaje.

Esto fue una larga lucha que recién en 1995, en la Cumbre de Beijing, delegaciones de feministas de todo el mundo lograron pasar por encima de los corchetes que ponía la Iglesia Católica y, por fin, hablar de género y no de sexo. Y eso también abrió la puerta al transgénero, abrió la puerta a que podamos aceptar que además de hombres y mujeres hay otras identidades sexuales, abrió la puerta a la diversidad sexual, abrió las puertas a derechos de muchas personas que hasta ese momento vivían oprimidas porque no había lugar en el lenguaje para ellas.

Vemos todos los días como los medios de comunicación se manejan en un nivel de banalización en todos los órdenes. Puedo captar esta deficiencia porque justo estaba pensando en temas de género. Pero de la misma manera si hablamos de política internacional o de cuestiones que realmente hacen al mundo en el que vivimos, la gente que está frente a los micrófonos, por lo menos en los canales más vistos en Capital Federal, deja mucho que desear.

Fuente: Tenemos que hablar/Radio Municipal Resistencia

 

FuenteTenemos que hablar
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