
En el mes de julio de 1989, se hizo cargo del Gobierno Nacional Carlos Menem. Al poco tiempo de asumir, tal vez bajo el efecto mariposa activo, el Presidente elegido por el voto popular del 47,49% de los votantes, abandonó sus promesas electorales de “salariazo” y “revolución productiva”, y salió en búsqueda de los principales agentes económicos financieros, tanto internos como externos.
Produciendo un viraje económico violento hacia un programa económico neoliberal, que reflejaba claramente los intereses de grandes empresas nacionales y extranjeras, la banca nacional, internacional y los acreedores externos.
Se acercaron entonces al gobierno, un conjunto de organizaciones empresarias, representativas de la gran burguesía nacional: el Consejo Empresario Argentino, la Sociedad Rural, la Cámara Argentina de Comercio, la Unión Industrial Argentina, como de las transnacionales.
Para poner en marcha su plan de gobierno, Menem se sumó a las propuestas planteadas en el denominado “Consenso de Washington” formuladas por académicos, economistas y funcionarios estadounidenses, además de miembros del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Se decía, como humorada, que el libreto liberal de una minoría, en ese entonces encarnada en Alvaro Alsogaray, se le había perdido y que Menem lo encontró.
A la desregularización del mercado financiero, laboral y del Estado, se sucedieron uno y otras recetas, con pequeñas variantes pero todos en el mismo viraje neoliberal y recetas económicas similares, mantenimiento de un tipo de cambio competitivo, apertura al mercado internacional, a la afluencia de capital extranjero (con la privatización y transferencia a precio vil, de empresas nacionales), reforma tributaria; desregulación y ultra protección de la propiedad privada; liberación de los precios; unificación del mercado cambiario, eliminación de todas las regulaciones para la compra y venta de divisas, recortes de gastos en la administración central, cierres de fábricas y las empresas públicas. Despidos, más despidos y el ataque a los derechos de los trabajadores.
El ministro Cavallo, con su plan de convertibilidad, transformó el peso, en un vale por un dólar, solo válido dentro de las fronteras nacionales; fue la época donde la imagen del país, se asemejó a la de una creciente potencia latinoamericana, felicitada en organismos internacionales y padecida por el pueblo argentino.
Sin embargo, esto duró poco, las cuentas en realidad nunca lograron equilibrarse, el déficit fiscal continuó creciendo. Se arremetió entonces, hacia el empleo público, se licenció, suspendió y despidió a los trabajadores del Estado. “Ramal que para, ramal que se cierra”.
Asimismo, se derogaron las normas que podían trabar el ingreso del capital extranjero a determinadas áreas hasta entonces reservadas al capital nacional. se eliminaron determinados regímenes.
En Mar del Plata el 31/08/1996, el presidente Carlos Menem, ante la Unión Industrial propuso una profunda reforma de la legislación laboral (eliminar las negociaciones salariales, las convenciones colectivas de trabajo, para transformarla en negociaciones por empresas).
Como así también examinar todos los convenios colectivos de trabajo que traban la creación de empleo. Modificar el régimen de indemnizaciones, transformándolo en un fondo común, como el que ya existe en el convenio en vigor en el gremio de la construcción (Uocra); lo que se denominó la flexibilización laboral, se escamoteo el sistema jubilatorio para posibilitar el aterrizaje de las AFJP; aumentó de la edad jubilatoria; exiguas jubilaciones y un discurso constante que repetían los “expertos” y los “voceros” del establishment.
Resultado: el número de pobres se multiplicó en esos años, a tasas geométricas, quedando mucha gente sin hogar, sin salud, sin trabajo, sin protección social y sin educación, miles y miles de empresas cerradas, industrias que se trasladaron a otros países, además de un creciente número de denuncias por corrupción.
Ante la historia repetida decimos a coro.. “No lo soñé -¡ieee-eeeeh! se enderezó y brindó a tu suerte”, dicen Los Redonditos. Esto ya lo vimos, ya lo pasamos muchos de nosotros.
El modelo de injusticia es el mismo; por lo tanto, los actores intelectuales y hacedores de la política económica y social, no han cambiado. La discusión se repite, porque el modelo se repite.
La receta es el estrangulamiento de las posibilidades de desarrollo equitativo, sustentable y justo.
Entre los años 1989, a los primeros meses de 2003, la desocupación creció del 7% al 23%; desde mediados del 2003, a diciembre del año 2015, la desocupación bajo entre el 4% y 5% (fuente INDEC).
Para fines de 2015 Argentina tenía uno de los niveles de desempleo más bajos del mundo por debajo de la mayoría de los países de la Unión Europea y en niveles similares a Canadá, Australia, Brasil y Chile.
En 2014, según destacó un informe producido por dos instituciones de la ONU (Organización de las Naciones Unidas): la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y la OIT (Organización Internacional del Trabajo), Argentina era el país con los salarios más igualitarios de América Latina.
Porque la brecha, entre el quintil de la población que más gana y el quintil que menos gana, es inferior a los 6 puntos (en una escala en la cual la cercanía al cero representa mayor igualdad); mientras que en lo que va del año 2017, tanto para la UCA como para Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), la suma del desempleo trepa entre un 9,9% y 10%, afectando de modo directo a 1.782.000 personas, el nivel más alto en los últimos diez años.
La recesión hoy es evidente, la caída del salario acumulada entre 2016 y 2017 es del 22 % menos en los ingresos, de los asalariados, con perspectivas a acrecentarse. Según el relevamiento de CCR, el consumo acumuló 13 meses consecutivos en baja.
Esto provoca que las empresas vean disminuidos sus ingresos, ganancias, inversiones y por lo tanto el hilo se corta por lo más fino, despidos, trabajadores, personas en la calle a la buena de Dios y cuando esto no es suficiente cierre de empresas, como vemos de manera cotidiana en aquellos medios que nos quieren informar.
Desde comienzos del año 2016, hasta este primer semestre de 2017, los juicios laborales han aumentado casi en un 17%, curiosamente también ha crecido de manera estrepitosa la desocupación, suspensiones y despidos laborales.
No hay una industria del juicios, como repite quien defiende intereses propios, sectoriales. Hay un plan económico-social, en marcha, muy similar al de los años ’90 al ’99, generar mano de obra barata, y en la Argentina – para lograrlo – se debe subir la tasa de desempleo.
A más desempleo, más demanda de empleo, casi desesperado clamor como contrapartida fieles a sus intereses de los sectores empresarios, industriales, financieros y de renta rápida.
Los que insisten en decir que la única manera de generar nuevo empleo, es disminuyendo salarios en forma extrema, bajando el costo laboral y maximizando la rentabilidad empresarial; todo lo contrario al apego a la ley, a la justicia, a la equidad. Porque “se destruye la generación de empleo futuro – M de Macri”.
Otra vez la flexibilización laboral, poniendo en cabeza de estas, la estipulación del salario, excluyendo las negociaciones colectivas, las paritarias libres, sin protección a los trabajadores (sin horario de trabajo, sin derecho a indemnización por despido, sin derechos a tiempo y en tiempo de vacaciones, sin derecho a protección de la maternidad, ni la paternidad, sin garantías, sin estabilidad, sin cobertura social y ley de accidentes de trabajo. A medida de las aseguradoras de Riesgos de Trabajo, aumentando la edad jubilatoria, disminuir las contribuciones patronales, etc. etc…
“Si ganamos en octubre vamos a un ajuste durísimo”, expresó con sinceridad el ministro de Finanzas, Luis Caputo, en Nueva York frente a jefes de bancos y fondos de Wall Street.
Una receta nociva, ya probada en detrimento de los intereses de los trabajadores y de la mantención y generación de fuentes de trabajo.
“In memorian del Dr. Norberto Centeno, abogado laboralista, Autor del Anteproyecto de Ley de Contrato de Trabajo, víctima del Terrorismo de Estado hace cuarenta años”.
Mirians B. Serial
Abogada Laboralista
smirians@hotmail.com